HA SIDO EL PRIMER HOMBRE EN ENTRAR EN LA GLORIA


Reflexión.

A partir de la Encarnación, Jesús no es sólo Dios, también es un Hombre (Jn 1, 14), y como tal, ha sido entronizado a la diestra de la Majestad.

Esto está lleno de significado: ¡¡¡Hay un hombre en la gloria!!!

Y Él retendrá su humanidad glorificada para siempre.

Él fue el primer Hombre que entraba en la gloria del cielo, y lo hacía para sentarse en el lugar de máximo honor y dignidad, en el mismo trono de Dios.

Con este acto, Cristo se ha convertido en nuestro precursor, abriendo el cielo para que muchos otros hombres puedan entrar también por medio de su asociación con Él por la fe.

De esta manera el Señor ha dignificado al ser humano de una forma que nunca podríamos haber imaginado.

Por lo tanto, el hecho de que Jesús esté en la gloria como un Hombre, muestra el triunfo del programa divino respecto a la humanidad.

Todo esto nos demuestra que la gracia de Dios es un concepto mucho más grande de lo que normalmente pensamos.

El autor de Hebreos parece que no cabía dentro de su asombro cuando explicaba que quien ha sido coronado de honra y gloria es precisamente un Hombre, Jesús:
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” (Hb 2, 9)

Y seguramente también los arcángeles, los serafines y todos los seres angelicales, no pudieron esconder su asombro el día en el que el Señor Jesucristo regresó al cielo con la nueva naturaleza humana que Él había asumido cuando vino a la tierra para salvarnos.

Debemos agradecer a Dios:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Ef 2, 4-7)

Es la pregunta que siglos antes se había hecho el rey David:
“¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo de Adán, para que de él te cuides?” (Sal 8, 5).

El salmista expresaba la paradoja entre la pequeñez humana y el privilegio que se le había concedido de señorear sobre la creación de Dios.

Este objetivo es el hombre, a pesar de toda su pequeñez.


Conclusión:
Es bueno pensar en esto en el momento presente, cuando el ser humano aspira a llegar a su clímax prescindiendo de Dios.

Eso nunca va a ser posible, y vemos que lo que ocurre es muchas veces, lo contrario: a mayor progreso, mayor decepción.

El ser humano tiene futuro, y un futuro nada despreciable, pero únicamente en unión con Cristo.

Junape.