Ex 17 14: “Yahveh dijo a Moisés: Escribe esto en un libro para que sirva de recuerdo”.
Num 33 2: “Moisés, por orden de Yahveh, escribió los puntos de donde partían, etapa por etapa”.
Ex 24 4: “Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh”.
Ex 34 27: “Dijo Yahveh a Moisés: Consigna por escrito estas palabras, pues a tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel”.
Dt 31 9: “Moisés puso esta Ley por escrito y se la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el arca de la alianza de Yahveh, así como a todos los ancianos de Israel”.
Dt 31 22: “Y Moisés escribió aquel día este cántico y se lo enseñó a los hijos de Israel”.
Dt 31 24: “Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley hasta el fin, Moisés dio esta orden a los levitas”.
Jos 8:30 “Según está escrito en el libro de la Ley de Moisés”.
Jos 8 32: “Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley que Moisés había escrito para los israelitas”.
Jos 23 6: “Esforzaos mucho en guardar y cumplir todo lo que está escrito en el libro de la Ley de Moisés”.
1Re 2 3: Según está escrito en la Ley de Moisés para que tengas éxito”.
2Re 14 6: “Pero no hizo morir a los hijos de los asesinos, según está escrito en el Libro de la Ley de Moisés”.
Jn 5 45-47: “No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?”.
a.- Moisés: Autor del pentateuco.
Durante muchos siglos se consideró a Moisés autor material del Pentateuco, aunque en ninguna parte del mismo existe alguna indicación de quien es el autor o como fueron creados los libros.
En tiempos antiguos los libros eran a menudo el resultado de un largo proceso en el que las tradiciones orales se convertían en documentos escritos sometidos a diversas etapas de corrección. Sin embargo, una tradición afirma que Moisés escribió el Pentateuco.
Incluso Jesús pareció hacerse eco de esta tradición cuando habla de “Moisés os ha dicho…”, lo cual resultó para los creyentes un dato incuestionado durante siglos. En la vida de la Iglesia se venía aceptando la idea de la redacción del Pentateuco por las propias manos de Moisés.
b.- Otros Autores y/o tradiciones.
Los estudiosos bíblicos ahora mantienen que el Pentateuco no es un trabajo de un solo autor escrito en un tiempo específico, sino que fue elaborado al paso de los siglos por gente que respondía a diferentes circunstancias.
Ahora bien, la posibilidad de acceder a las lenguas originales de la Biblia fue dejando cada vez más visible la existencia en el Pentateuco de notables “cortes” narrativos, cambios de estilo, lenguajes provenientes de distintas épocas, etc. que no eran del todo visibles en la traducción latina de la Biblia (“Biblia Vulgata”) la autoría de Moisés fue puesta de manera cada vez más firme en entredicho.
A partir del siglo XVIII y XIX comienzan a darse voces en contra de esta interpretación en cuanto que el análisis de texto bíblico muestra claras evidencias de contradicciones, anacronismos, diferencias notables, diversidad de vocabulario, estilos, etc. que hacen imposible pensar en una unidad literaria de los cinco primeros libros de la Biblia.
A finales del siglo XIX, Welhausen (hacia 1875), reuniendo algunas de las opiniones que se venían gestando entre algunos exegetas, presenta la teoría de las fuentes según la cual el Pentateuco viene a formarse de la recopilación de cuatro documentos distintos entre sí por la fecha, el autor y los ambientes de origen. Este proceso se realiza muy posterior a Moisés.
La hipótesis atrajo la atención de muchos investigadores. Se discutió la extensión de cada uno de los “documentos”. Se ha llegado incluso a ampliar el número de las fuentes primarias llevándolo hasta doce.
En el campo católico, muy prontamente (1.897) el hoy admirado Padre Lagrange (1855-1938) http://www.foroexegesis.com.ar/P_Lagrange/bigrafia.htm acopió los datos de las nuevas teorías y salió en defensa de la apertura hacia nuevas vertientes del pensamiento bíblico, que ya venían siendo trabajadas en la católica “École Biblique de Jerusalen” desde 1.890.
Es en 1.943, cuando el papa Pío XII escribe su luminosa Encíclica “Divino Afflante Spiritu” que no sólo dará lugar a los estudios bíblicos científicos en el catolicismo, sino que los ubicará en el conjunto de la formación católica como indispensables para la correcta inteligencia de la Palabra de Dios.
Así pues, según Welhausen, las fuentes principales del Pentateuco son:
J = “Yavhista”. Siglo X.
E = “Elohista”. Siglo VIII.
D = “Deuteronomista”. Siglo VII.
P = “Sacerdotal”. Siglo V.
Por tanto el Pentateuco recibe su forma final (la actual) hacia el año 400.ac.
c.- Teoría de las Fuentes. / Teoría documental.
Antes de analizar la teoría de las fuentes, hay que aclarar la existencia de una Prehistoria bíblica: Tradiciones orales (y tal vez algunas escritas) pre-teológicas -es decir, no pertenecientes a ninguna de las tradiciones que podemos aislar (por ejemplo: la base del Cántico de Ex 15). A esto tenemos que agregar el material no sólo pre-teológico sino pre-israelita (por ejemplo: la fuente -súmero-accádica del relato de Noé). Todo este material se va incorporando al lenguaje religioso del Israel naciente, entre el 1.250 (Moisés y la fundación del Israel histórico) y el 1.000 (Comienzo de la monarquía davídica).
Ahora más en concreto, vamos a ver en qué consiste cada fuente. En cuanto a las fechas de vigencia de cada una de estas tradiciones, aún cuando este dato sigue siendo discutido, la opinión generalmente aceptada acerca de la secuencia de composición es la siguiente:
1.-El Yavista. (J):
Nace del clima religioso-cultural propio de la monarquía davídica, se continúa en el reinado de Salomón, y va desapareciendo poco a poco a partir de la frustración que se produce con la división del imperio en los reinos del Norte y del Sur, en esta última etapa, J representa el pensamiento y las aspiraciones del reino de Judá (Sur). Su duración aproximada es desde el 1000 hasta el 850 u 800.
Criterios de Identificación: - Utiliza el nombre de YHWH. - Estilo de gran viveza y colorido, forma figurada y talento narrativo. - Responder a las grandes interrogantes que se plantea el hombre. - Expresiones antropomórficas sin perder el elevado sentido de lo Divino. - Presentar la intervención de Dios que llama a Abrahán. - Visión optimista acerca de la presencia e intervención de Dios en la historia. - Una visión universalista y políticamente pro monárquica. - Busca legitimar la dinastía davídica presentando a Salomón como legítimo heredero de las promesas hechas a su padre.
2. El Elohista. (E).
Nace en el reino del Norte (Israel) con la división e inaugura el estilo y las inquietudes de la predicación profética, hacia el año 900, se continúa en la breve y convulsionada vida del reino hasta la caída de Samaría en el 721. Luego de la caída de Samaría algunos de los escribas se refugiaron en Jerusalén donde se habría fundido con el Yavista.
Criterios de Identificación: - Utiliza el nombre de Elohim. - Jacob ocupa un lugar privilegiado. - Estilo más sobrio y monótono. - Moral más exigente. - Afán de respetar la distancia entre Dios y el hombre. - Enfatiza la Trascendencia Divina, por ello recurre a los mediadores entre Dios y los Hombres.
3. El Deuteronomista. (D).
Se sitúa en estrecha vinculación con la predicación de Jeremías (segunda mitad del siglo VI) y se le identifica, al menos en su parte central con el Libro encontrado en el Templo en época de Josías (640-609 ac.) y que sirve de base para su reforma (622 ac.) Da su expresión literaria muy persuasiva al “retribucionismo” (Dios premia en esta vida al que obra bien y castiga al que obra mal), y es además la corriente de pensamiento que está en la base de gran parte de los que conocemos como “Libros históricos” (Josué, Jueces, Reinos). La crítica actual pone su ambiente original en la época exílica: los sacerdotes recogiendo normas y tradiciones pre exilícas (inclusive del Norte) hacen una lectura de la historia en clave de la fidelidad y observancia de las leyes de la Alianza.
Criterios de Identificación: - Insistencia en la reformulación de la Ley primera y de las antiguas normas. - Su obra se extiende más allá del Pentateuco. - Marco doctrinal muy claro: 1. Un Dios. 2. Un santuario. 3. Un pueblo. 4. Una elección. 5. Una alianza que exige fidelidad. 6. Una ley. 7. Una tierra.
4. El Sacerdotal. (P).
Después del Exilio aparece el escrito P. obra de los círculos de sacerdotes que recogen preceptos cultuales y otras tradiciones que se pusieron por escrito durante el destierro en Babilonia. El retribucionismo no podía durar mucho, la realidad cotidiana atenta contra él. Es así que el Destierro babilónico (585-535) ve surgir una nueva generación de pensadores, y un nuevo impulso vital para la fe de Israel, agrupado en torno a la labor de los Sacerdotes. Esta corriente dará todo su fruto en el siglo que continúa al destierro, y desembocará en la última etapa de redacción.
Criterios de Identificación: - Rasgos de una escuela que se plasma hasta el destierro y se impone después del E. - Importancia fundamental en las leyes. - Interés por la organización del Santuario. - Sacrificios, fiestas, personas, y funciones de los sacerdotes. - Gusto por los cómputos y las genealogías. - Estilo abstracto y repetitivo. - Presenta La Alianza como un compromiso – promesa unilateral de parte de Dios a favor de la humanidad.
Conclusión.
Redacción final: atribuida al círculo de pensamiento del escriba Esdras, finaliza hacia el año 400, dando por resultado nuestro Pentateuco actual y la compilación final de gran parte de los restantes libros veterotestamentarios (históricos, proféticos y algunos sapienciales y poéticos -Salmos, por ej.-).
d. Estado actual de la investigación crítica.
Un siglo ha pasado desde que J. Wellhausen formulara la hipótesis documentaria que tanta influencia habría de tener en la exégesis y comprensión del Pentateuco. A pesar de las diversas críticas y de las constantes modificaciones, la hipótesis wellhausiana fue imponiéndose hasta constituir un punto de partida clásico entre los intérpretes.
Es verdad que nunca fue aceptada unánimemente y siempre hubo autores reticentes. Si bien con este análisis de la composición parecían resueltos los problemas que planteaban la repetición de narraciones, las incoherencias dentro de los relatos, los distintos nombres de Dios utilizados, las divergencias de estilo y de lenguaje que se observan dentro de un mismo episodio, etc.
No obstante, la teoría de Wellhausen no rige actualmente sin grandes cambios. Ya (casi) nadie afirma hoy que J-E-D-P representen documentos, se habla más bien de “Tradiciones teológico literarias” o de “movimientos”, dando así lugar a un mayor realismo en la comprensión de la escritura del Pentateuco como un proceso, más que como una suma de partes.
Una nueva orientación surgió con la denominada Historia de las Formas.
Sobre esta nueva herramienta hablaremos en el siguiente apartado.
No hay lugar para poner en duda estos testimonios acerca de una cierta actividad literaria de Moisés o de los que le rodeaban.
En su tiempo, por no hablar de Egipto y Mesopotamia, existía en Canaán una literatura que los textos de Ras Samra nos han revelado, y se disponía de varios sistemas de escritura.
Es, pues, verosímil que ciertas narraciones y ciertas leyes hayan sido puestas muy pronto por escrito. Sería vano tratar de determinar la extensión de esta primera redacción, e importa mucho más afirmar el origen mosaico primero de las tradiciones que componen el Pentateuco.
Permanecieron tradiciones vivas, que llevan la marca del medio ambiente donde se han conservado y desarrollado y de las condiciones nuevas a las que se las exigía que respondiesen.
Llegaron a ser inseparables de la vida misma del pueblo, y, porque eran vivas, conservaron el impulso dado por Moisés.
Autenticidad Mosaica del Pentateuco. El problema de la autenticidad del autor humano de la Sagrada Escritura no afecta al problema de la inspiración, y, por consiguiente, a las verdades de fe. Desde el punto de vista dogmático, nos basta saber que un libro está inspirado por Dios para utilizar sus enseñanzas religiosas como infalibles.
La cuestión del origen humano de un libro de la Biblia ha de resolverse por razones de crítica histórica y literaria. Así, pues, respecto del problema concreto de la autenticidad mosaica del Pentateuco, hemos de utilizar los medios crítico-histórico-filológicos.
Cada vez más, se percibe la urgencia de dejar en segundo plano la historia de la redacción para centrarse en el mensaje que el Pentateuco, como unidad literaria, aporta. Hoy se vislumbra la necesidad de una teología bíblica coherente, capaz de englobar las diversas líneas de pensamiento, reflejadas en los libros del AT, dentro de la unidad que constituye la Biblia.
Confundir esto lleva muchas veces a creer que porque hallamos un estrato de sentido más antiguo que el del Pentateuco actual, estamos más cerca de la Revelación divina. Todo estrato literario anterior es Palabra de Dios sólo en referencia a su recuperación e integración en el conjunto del Antiguo Testamento, tal como lo conocemos hoy.
Conclusión. Ahora bien, esta época está dominada por la figura de Moisés: él ha sido el organizador del pueblo, su iniciador religioso, su primer legislador. Las tradiciones anteriores que llegan a él y los acontecimientos que él ha dirigido han llegado a ser la epopeya nacional; la religión de Moisés ha marcado para siempre la fe y la práctica del pueblo; la Ley de Moisés ha quedado como su norma.
Las adaptaciones que impuso el cambio de los tiempos se hicieron según su espíritu y se cubrieron con su autoridad. Es este papel histórico el que la tradición expresa al vincular al Pentateuco el nombre de Moisés, y sobre este punto está muy firme.
Pero es mucho menos explícita, hasta el periodo judío, para atribuir al mismo la redacción de sus libros. Cuando dice que “Moisés escribió,” se expresa en términos generales; jamás se refiere bajo esta fórmula al conjunto del Pentateuco.
La inevitable extrañeza y las numerosas dificultades que suscita la lectura del Pentateuco, no suprimen ni disminuyen su importancia y su valor permanente como Palabra de Dios.
El Pentateuco es, en efecto, el testimonio de la revelación progresiva de Dios, que se manifestó a Israel, a fin de preparar la salvación de todos los hombres. En él se trazan las grandes líneas de la Historia de la salvación, desde la elección de Abraham hasta la formación del pueblo de Israel.
Dentro de esa historia, y a pesar de todas las infidelidades humanas, se destaca la fidelidad de Dios a su Promesa, sellada con una Alianza de amor. De esta manera el Pentateuco enriquece nuestro conocimiento de Cristo, “el mediador de una Alianza más excelente” (Heb 8 6), en quien “encuentran su sí” -es decir, su cumplimiento- “todas las promesas de Dios” (2 Cor 1 20).
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