LE RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN.

Lc. 24, 13-35.

Dos amigos se acercan a Jerusalén. Es la gran fiesta de los judíos. La Pascua. Vienen llenos de ilusión y alegría. Se va hacer presente su gran profeta. Están eufóricos.

Estos dos amigos se alejan de Jerusalén. Su caminar es cansino. Van tristes. Se han derrumbado todas sus ilusiones y esperanzas. Están desconsolados. A su profetan lo han matado. Lo han crucificado. Está enterrado. Todo se ha acabado. Fin.

En el viaje hacia su pueblo, se les acerca un nuevo caminante. También se aleja de Jerusalén. En la conversación no puede por menos que salir los hechos acaecidos en la gran fiesta judía. La Pascua. Este caminante dice desconocer todo. ¿Cómo es posible? Todo Jerusalén estaba en la calle.

En los diálogos posteriores, se comentan entre ellos ciertos acontecimientos pasados del pueblo de Israel. Se intercambian opiniones. En esto sí que sabía mucho el nuevo compañero. Se explaya con verdadero conocimiento y alegría de la vida de su pueblo. ¡Es un ciencia! Los dos amigos le escuchan. Están encantados. Hasta se les va olvidando su tristeza.

Se acerca la despedida. El nuevo acompañante se dirige más adelante. Ellos no quieren dejar de escucharle. “La noche está cayendo, quédate con nosotros”, le dicen.

Ya en su casa estarán tranquilos y reanudarán las conversaciones. Le invitan a participar en su cena. “Le reconocen al partir el pan” .

En Vida Ascendente el camino es un lugar espléndido para hacer amistades. También para el Apostolado. No necesita ninguna inversión ni cuesta dinero. Sólo caminar en él. Enseguida se te unirá alguna persona. Si se le escucha, él mismo te animará a hablar. Es el momento apropiado para que desde lo más hondo de tu ser puedas pronunciar tus sentimientos más profundos que el Señor te envíe. El diálogo será más gratificante cuanto más amor se implique en el mimo.

El camino te parecerá corto y entretenido. Tú mismo tendrás necesidad de decirle: la noche está cayendo, quédate con nosotros.

El premio puede ser extraordinario si juntos llegáis a la Cena del Señor y podéis decir como los amigos de Emaús.Le reconocimos al partir el pan.