PREFACIO

¿Tiene algún sentido el estudio del Antiguo Testamento?

Es de común acuerdo que la manifestación de Dios Padre en la Sagrada Escritura ha usado la Historia de la Salvación como el principal método de enseñar al hombre su existencia y sus atributos, de tal forma que es su estudio la mejor forma de comprender la existencia de Dios.

Ahora bien, estamos en el año 2.012, y la forma habitual de enseñarnos la Sagrada Escritura no es precisamente esa. La enseñanza forma un totum revolutum que es difícil de digerir.

Pongamos un sencillo ejemplo: en la actualidad, quien quiera enseñarnos algún relato histórico lo primero que hace es ocultar por encima de todo el desenlace final, bien sea una novela, película, obra de teatro, etc., pues es habitual que si uno conoce el final del evento, ya no le interesa perder el tiempo en ver cómo se desarrolla la trama ni la ejecución hasta llegar a la conclusión, ya conocida.

En la enseñanza de la Religión, con suma frecuencia, se usa precisamente la forma contraria; primero el final y después, si quieres, el comienzo de la Historia de la Salvación.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Puede encontrarse alguna explicación?

Intentemos fijarnos en algo tan sencillo y que lo tenemos ante nuestros mismos ojos. Todos los hombres experimentan en su existencia un principio y un final. Es algo normal ver nacer a un ser humano, y también acompañar al sepelio de otro. Forma parte de nuestra vivencia. Cada año, cíclicamente recordamos nuestra venida a este mundo. La vida es evolutiva y se puede considerar lineal y al mismo tiempo circular. Todos los hombres tenemos los mismos ciclos (nacimiento, niñez, juventud, madurez, vejez y muerte) y sin embargo ninguno es igual ni en tiempo ni en espacio.

Otro acontecimiento que nos envuelve permanentemente es el ciclo anual. Somos conscientes de que el tiempo es cíclico (otoño, invierno, primavera y verano) y sin embargo no sabemos cuándo empieza y cuándo acaba cada ciclo. Se puede considerar un relato lineal y al mismo tiempo cíclico. Los años se cuentan sucesivamente. De igual forma pero con más frecuencia tenemos el ciclo de día y noche y así hasta que el ciclo anual se completa.

El universo se expande continuamente en forma lineal o circular. La fuerza de gravedad y la fuerza de rotación del universo son inconmensurables.

Así pues, siempre que queremos recordar algún acontecimiento (aniversario), podemos verlo como algo lineal y al mismo tiempo también cíclico.

Esto mismo ocurre cuando queremos entender los misterios de la Religión. Han existido linealmente como Historia de la Salvación, y son conmemorados cíclicamente por los humanos. En la liturgia es donde mejor se aprecia estos hechos. Tenemos una liturgia que se nos presenta lineal (Navidad, circuncisión, niñez, vida oculta, bautismo, vida activa, muerte y resurrección, venida del Espíritu), y al mismo tiempo es cíclica pues todos los años es rememorada exactamente igual.

Aquí encontramos la dificultad que nos presentaba la pregunta del comienzo: cómo poder mantener la inquietud de saber los comienzos de la Historia de la Salvación, si ya conocemos cuál es la conclusión de la misma. Así pues se repite la pregunta: ¿tiene algún sentido el estudio del Antiguo Testamento? La respuesta es personal.

Subido a la Red: 16-Mayo-2014.