DE VUELTA A CASA.

Pinceladas bíblicas.

             En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahvé, por boca de Jeremías,
             movió Yahvé el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:
             «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahvé, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra.
             Él me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén, en Judá.
             Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios con él.
             Suba a Jerusalén, en Judá, a edificar el templo de Yahvé, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.
             A todo el resto del pueblo, dondequiera residan, que las gentes del lugar les ayuden proporcionándoles plata, oro,
             hacienda y ganado, así como ofrendas voluntarias para el templo de Dios que está en Jerusalén.»
                                                                                     (Esdras. 1-4; 2 Crónicas. 36, 22-23)

Ambientación histórica.-

El pueblo de Israel, lleva en el destierro varias décadas y sin esperanza de volver. Son muchos años los que han pasado desde que llegaron a Babilonia. Más de medio siglo. No había esperanza de regresar. Las tribus hermanas del Norte, han desaparecido.

En el Imperio, a mediados del I Milenio a.c., emerge en Asia Central, una personalidad dinámica en una época turbulenta, que cambiaría el rumbo de la Historia.

Estamos hablando de Ciro, (c. 600-530 a.c.) quién guió la transformación de los persas, desde un oscuro grupo étnico, a ser los amos de un imperio. Se extendería desde el océano Índico hasta el mar Egeo.

Ciro en el 559 a.c., sucedió a su padre Cambises I, reuniendo bajo su reinado no solo a los persas, sino a una serie de pueblos; otorgándoles autonomía plena y considerando a sus príncipes como sus iguales. Finalmente los Reinos de Mesopotamia desaparecen y el Imperio de los Faraones es conquistado por el Imperio Persa Aqueménida.

Fué después de la conquista de Babilonia, cuando en el año 538 a.c. Ciro II, el Grande, permitió que los israelitas cautivos volvieran a Jerusalén. Este insólito decreto ha sido único en el Imperio. Era un cambio revolucionario en su época.

Fue recibido por los deportados Israelitas con alegría. Una verdadera sorpresa. Devuelve la esperanza a un pueblo. Era una ilusión colectiva. La migración entra en la vida de Israel. Así pues, podemos considerar esta migración, como una vuelta a casa. Esto es así, si consideramos una vuelta que tarda casi un centenar de años en desarrollarse. Es una migración a plazos.

Las migraciones se realizan en estos períodos: El primer grupo, con Zorobabel, regresa a Jerusalén en el año 538-539 a.c. El segundo grupo, fue liderado por Esdras en el año 458 a.c. El tercero con Nehemías, designado gobernador de Judá, en el año 445 a.c.

No obstante el origen, la finalidad y el objeto es el mismo para las tres migraciones, motivo por lo que se puede considerar una única, aunque se realicen en tiempos diferentes. Es una marcha voluntaria. Una vuelta llena de recuerdos. Una procesión querida y deseada. Van a encontrarse con lo que es suyo. La vuelta es libre y favorecida por el nuevo Estado. No vuelven todos. Solo regresaron unos escogidos, otros muchos se quedaron.

En la tierra prometida no quedaba casi nada. Ni Reyes, ni Templo, ni Sacerdotes, ni Ciudad. Había un resto en Babilonia, y quedaba la fidelidad del Señor, soberano de la historia. La vuelta del destierro es el comienza de una nueva era. Los que fueron deportados eran Israelitas. Los que vuelven son Judíos. En adelante los israelitas serán los judíos. Al Rey sucederá el Sacerdote. A los profetas la escatología. Nace la Sinagoga.

Esdras, el escriba, hizo de Jerusalén el centro religioso. En el 520 a.c. comienza a reconstruir el Templo. Nehemías, el gobernador, la ciudad política. Esta restauración religiosa y política es considerada por algunos autores como el verdadero origen del pueblo judío. Entre los repatriados está un descendiente de la familia real llamado Zorobabel.

Entre 538 - 331 a.c., el pueblo judío estuvo bajo el poder del Imperio Persa. Su desarrollo histórico, socioeconómico, espiritual y cultural fue influenciado por los Persas. En esta etapa se modelará la nueva comunidad del futuro. El Reino de Judá es sometido a los Persas como provincia de un gran imperio. La comunidad judía se salvará de los enemigos vecinos y de las tentaciones políticas internas. Habrá paz duradera en Judá.

Así terminó la última migración del pueblo de Israel y primera de la constitución del pueblo judío.