INSPIRACIÓN DIVINA EN LA BIBLIA.
Textos bíblicos.
Antiguo Testamento:
Exodo.
“Tú le hablarás y harás que sea tu portavoz. Yo los asistiré siempre que ustedes hablen, y les indicaré lo que deben hacer”. [Ex 4,15]
“Después el Señor dijo a Moisés: “Consigna por escrito estas palabras, porque ellas son las cláusulas de la alianza que yo hago contigo y con Israel”. [Ex 34,27]
2 Samuel.
“El espíritu del Señor habla por mí y su palabra está en mi lengua”. [1S 23,2]
Jeremías.
“El Señor me dijo: “No digas: ‘Soy demasiado joven’, porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene.
No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–”.
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tu boca”. [Je 1,7-9]
“Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos”: “Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dirigido”. [Je 30,1-2]
“Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió en un rollo, bajo el dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor le había dicho”. [Je 36,4]
Ezequías.
“Él me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras”. [Ez 3,4]
Miqueas.
“Yo, en cambio, gracias al espíritu del Señor, estoy lleno de fuerza, de justicia y de coraje, para denunciar su rebeldía a Jacob y su pecado a Israel”. [Mi 3,8]
Habacuc.
“El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido”. [Ha 2,2
Nuevo Testamento:
Mateo.
“No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice”. [Mt 5,17-18]
Lucas.
“Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.[…]
Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras”. [Lc 24,27.45]
Juan.
“El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida”. [Jn 6,63]
1 Tesalonicenses.
“Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen”. [1Ts 2,13]
1 Corintios.
“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.
Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu.
Si alguien se tiene por profeta o se cree inspirado por el Espíritu, reconozca en esto que les escribo un mandato del Señor”. [1Co 2,12-14]
2 Timoteo.
“Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien”. [2Tm 3,16-17]
1 Pedro.
“A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar”. [1P 1,12]
2 Pedro.
“Porque ninguna profecía ha sido anunciada por voluntad humana, sino que los hombres han hablado de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo”. [2P 1,21]
Apocalipsis.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y agregó: «Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito”. [Ap 21,5]
1.- Ambientación histórica.
La Biblia, como escritura sagrada, nunca ha sido puesta en duda.
Los judíos, en el Antiguo Testamento, siempre han tenido por revelación divina toda la Sagrada escritura. Siempre se ha considerado una manifestación de Yahvé la palabra escrita.
Lo mismo hay que decir del Nuevo Testamento.
En la Iglesia Apostólica, así como en la Patrística, hay unanimidad en la creencia de la escritura como sagrada.
Es en la época del renacimiento y en la Reforma cuando se reflexiona directamente sobre:
¿Qué papel juega el hombre como autor de la Escritura?
¿Cómo se puede compaginar la doble autoría de la misma?
¿Cómo Dios inspira?
¿Cómo se manifiesta la inspiración divina en el proceso que acaeció a la Escritura (redacción, copistas, traducción, etc.)?
¿Qué facultades humanas están bajo el influjo de la inspiración divina?
¿La voluntad, la conciencia, la ideología, la imaginación, la lengua?
¿Todos los libros de la Biblia son inspirados?
¿Qué se entiende, pues, por inspiración divina?
Posteriormente, se ha querido introducir, como un apéndice de modernidad, ¿si ha existido también inspiración divina en otros textos religiosos?
2.- La Inspiración Divina y la Revelación.
“La Iglesia reconoce que todos los libros de la Biblia, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum 11).
Dios sale al encuentro de los hombres con infinito amor, pero lo hace de modo progresivo, revelándose primero a Moisés, después a los Profetas y después por su Hijo y por los Apóstoles. Al querer Dios que su divina Palabra quedase por escrito, tenía que intervenir eficazmente.
¿Qué es inspiración divina?
Al influjo sobrenatural de Dios sobre la inteligencia y voluntad de cada uno de los escritores sagrados se llama INSPIRACIÓN.
Dios no sólo hizo y habló, sino que quiso que sus palabras llegaran frescas y vivas a sus hijos de todos los tiempos y para ello inspiró a unos hombres para que escribieran su mensaje de salvación. Todo este mensaje de Dios se contiene en la Biblia.
Por tanto, la Biblia tiene como autor principal a Dios Espíritu Santo, pero se sirvió de unos autores a quienes inspiró, iluminándoles el entendimiento para que comprendieran lo que Dios quería decirles, moviéndoles la voluntad para que escribieran todo y sólo lo que Dios quería decirles y cuidándoles para que no se equivocaran, en lo concerniente al conocimiento de Dios y a nuestra salvación eterna.
En los libros canónicos se halla toda la verdad que el hombre necesita para salvarse, y por ello están exentos de todo error relativo a la salvación y al designio salvífico de Dios.
Inspiración bíblica quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos bajo el directo influjo y asistencia del Espíritu Santo. Por eso la Biblia tiene como autor al mismo Dios.
Dios se sirvió, para escribirla, de algunos hombres que se han llamado “escritores sagrados”.
Para entender la acción de Dios sobre el escritor sagrado se suele comparar a la de un gerente que manda a su secretaria a escribir dándole las ideas.
Podemos decir, entonces, que la Biblia tiene dos autores:
El autor principal es el Espíritu Santo, y
Los autores secundarios son los hombres de quienes Dios se sirvió para escribir cada uno de los 73 libros de la Biblia.
Por eso decimos que los libros de la Biblia son “inspirados”.
El Espíritu Santo ejerce con los autores sagrados tres acciones:
* Les ilumina el entendimiento, para que comprendan lo que Dios quería decirles.
* Les mueve la voluntad, para que escriban todo y sólo lo que Dios quiere.
* Les cuida para que no se equivoquen en nada de lo concerniente a la salvación.
Este hecho de la inspiración nos lleva a hacer unas reflexiones importantes que hay que tener en cuenta a la hora de comprender el mensaje bíblico:
a) Dios habla en la Biblia por medio de los hombres, con un lenguaje humano.
Así lo dice la Dei Verbum:
“Dios habla en la Escritura por medio de hombre y en lenguaje humano” (DV, 12).
Sólo la palabra humana puede dar cuerpo y forma a la palabra divina. La mediación es un requisito absolutamente necesario para que la palabra de Dios llegue a oídos humanos e influya eficazmente en su vida, con eficacia salvífica.
¿Qué es lo que hace posible esta mediación de la revelación divina?
La presencia activa, dinámica del Espíritu de Dios en los mediadores.
Esta misma fuerza divina actúa sobre los oyentes o lectores, de modo que la palabra humana, al entrar en los oídos y en el corazón de los hombres, sufra, bajo la acción del Espíritu, el desnudamiento del lenguaje humano y llegue a la intimidad del alma como Palabra de Dios.
Ahora se entiende por qué el mensaje de Dios ha sido escrito con la mentalidad y cultura de cada tiempo y de cada lugar. Este lenguaje, de un país y de un tiempo tan antiguo, es lejano a nosotros en un primer momento, y exige una preparación adecuada para poderlo entender aquí y ahora, para nosotros.
Por eso, la Iglesia invita a los cristianos a desconfiar de una interpretación individual y a atenerse a la interpretación de la misma Iglesia, a quien ha sido confiada la verdad de la Palabra de Dios.
b) La mayor parte de los autores que escribieron el Antiguo Testamento son desconocidos.
Cosa muy comprensible dado que, antiguamente, especialmente entre los pueblos orientales, no tenían el sentido de propiedad que tenemos hoy. Nosotros componemos una poesía o un libro y lo primero que aparece es el autor. En cambio, los antepasados, no. Los escritos, más que al individuo, pertenecían a la comunidad y no ponían por lo general su firma.
c) La Inspiración divina establece unas consecuencias en la Biblia.
1.- La primera es la Revelación: es decir, que Dios se abre, se revela, se manifiesta a cuantos abren la Biblia y la leen con fe.
2.- Otro efecto es la Unidad de toda la Biblia: aunque haya sido escrita en un largo tiempo, y por diversos autores sagrados, es producto de la sabiduría de Dios, un solo autor, que quiere revelar al hombre un mensaje central: “El misterio de Dios, preparado en el pueblo de Israel y manifestado en Cristo Jesús”.
3.- Sacramentalidad de la Biblia: es decir, la Biblia es un signo visible de Dios y ofrece la oportunidad de encontrarse con Dios en Cristo.
4.- Inerrancia de la Biblia, es decir, la ausencia de todo error. Esto conlleva dos verdades: que siendo toda la Biblia inspirada por Dios, toda su doctrina es Palabra de Dios y en ella no puede haber error o falsedad en lo concerniente a la salvación; que entre la Biblia y las ciencias naturales no puede haber oposición, porque tienen al mismo Dios como autor y creador.
No olvidemos que la Biblia no es un libro donde se pueda buscar y encontrar datos de la historia o geografía, o datos científicos del origen del Universo.
Al autor sagrado no le interesa la verdad histórica o geográfica, sino una enseñanza religiosa sobre el sentido de la vida humana, en relación con Dios, a fin de que el hombre llegue a la salvación.
5.- La inspiración refleja los principios fundantes de la verdad bíblica:
- a) El objeto formal de la verdad bíblica es la salvación del hombre, y no tanto el hecho histórico.
- b) Para acceder a la verdad bíblica es indispensable el conocimiento y el buen uso de los géneros literarios.
- c) La verdad bíblica es históricamente progresiva y tiene su culminación y plenitud en Jesucristo, camino, verdad y vida.
Dios desvela su designio, su doctrina como lo hace un padre con su hijo, poco a poco. Dios sigue una pedagogía. Cada siglo nos da una nueva luz que se proyecta sobre las verdades escondidas desde toda la eternidad. La verdad de la Escritura es por tanto fruto de la totalidad de los textos sagrados.
¿La Revelación divina?
Es la manifestación por la que Dios hace conocer a los hombres verdades que por sí mismos serían incapaces de conocer.
Literalmente revelación quiere decir quitar el velo que oculta algo. Entre estas verdades está la verdad profunda de la Creación, la verdad de la Santísima Trinidad, las relaciones entre Dios y el hombre a través de la gracia que nos capacita para hablar con Dios y entrar en diálogo amoroso con Él, Dios como Padre lleno de misericordia, el destino del hombre a unirse a Dios en el cielo, las postrimerías o novísimos.
Dios se ha revelado, ha hablado para que lo conozcamos. Y el único motivo ha sido el amor a nosotros, el querer compartir con nosotros su vida divina y trinitaria.
Si la Revelación es la manifestación de Dios mismo y de su amor, nosotros, los hombres, no podemos quedar indiferentes; hemos de acoger a Dios, recibirlo, abrirle las puertas de nuestro corazón, corresponder a su amor.
Como expresa san Agustín: “Para que, escuchando, crea, y creyendo espere, y esperando ame”.
Sólo conociendo y creyendo en la Sagrada Escritura como Revelación divina, tendrá nuestra lectura bíblica un verdadero sentido y sólo así podremos escuchar con fe el mensaje que hoy Dios nos quiere decir a cada uno de nosotros.
Cuando esa manifestación de Dios se pone por escrito, tenemos la inspiración.
En resumen, inspiración es la acción divina sobre la mente y la voluntad de unos hombres para que fijen en libros esa Revelación de Dios, transmitida de boca en boca.
El concilio Vaticano II lo dice bellamente así:
“La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum, 11).
La Revelación tiene su plenitud en Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre que nos ha comunicado toda la verdad. Ya no habrá más revelaciones. Con Cristo se cerró la revelación. Él es la última palabra del Padre.
Por todo lo dicho concluimos:
La Iglesia siempre ha afirmado que la Biblia no es un libro meramente humano, sino que hay en ella un valor superior, por estar inspirada por Dios, y así lo ha declarado en cuatro grandes concilios: Florentino, Tridentino, Vaticano I y Vaticano II. Por tanto, es una verdad de fe revelada, que hay que creer.
Nuestra respuesta a la revelación de Dios es la fe. Para que el hombre se haga partícipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia humana, debe escuchar para creer, para que creyendo espere, esperando ame y amando viva, y llegue a la salvación eterna, y así gozar de la presencia de Dios.
D.- Diferencia entre Inspiración y Revelación.
La Biblia es auténtica Palabra de Dios y auténtica palabra humana. Distinguir la diferencia entre inspiración y revelación.
Catecismo de la Iglesia Católica:
Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura.
Dios es el autor de la Sagrada Escritura. «Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo».
«La santa madre Iglesia, según la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia«.
Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. «En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería».
Los libros inspirados enseñan la verdad. «Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra» (Dei Verbum 11).
El Espíritu Santo, intérprete de la Escritura.
En la sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras.
Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. «Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios».
Pero, dado que la sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita».
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró:
*.- Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura». En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46).
*.- Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres, «La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos». En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura.
*.- Estar atento «a la analogía de la fe» (Rm 12, 6). Por «analogía de la fe» entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación. (Dei Verbum 12,3).